Una de las celebraciones esperadas eran los gastos o remates de la aceituna, cuando los dueños de las fincas, daban una comida especial a los aceituneros el ultimo día de la recolección, especialmente si esta había sido buena, a la que seguían juegos al corro, manteos y bromas entre los compañeros y compañeras del tajo, incluyendo algún exceso etílico que la mayoría de las veces causaba hilaridad entre la reunión.
Estos gastos se siguen celebrando, pero hoy no tienen ya ese carácter festivo.