Coplas Tradicionales II

Las coplas tradicionales en Zambra (Córdoba)
Silvia Montes Campaña

            Por otro lado, es importante destacar que en estas composiciones se recoge el saber popular usado en la misma forma que los refranes o como ejemplo para los jóvenes, como se refleja en la siguiente copla [2]:

El querer de los muchachos
Es como un día de invierno
Ya se rasa, ya se nubla
Ya escampa, ya está lloviendo.
 

                                 (Rosario Montes Rodríguez, 54 años)

            La mayoría de las veces los informantes hablan de “coplillas”, trovos o  “chascarrillos”, si bien esta última denominación es algo confusa ya que, en realidad, los chascarrillos son los chistes. Aun así la denominación “coplilla” ya nos revela una serie de datos importantes. Uno de ellos es la apreciación que se hace de la composición. Se refieren a ella como algo nimio, de poca importancia. No consideran que las coplas merezcan un estudio ni tampoco consideran vital recogerlas de algún modo. Quizá porque piensan que siempre han estado ahí y también estarán en el futuro y que, si desaparecen, será porque han dejado de vigencia. Se sorprenden cuando notan el interés del investigador por anotar todo lo referente a la copla. Con respecto al término “trovo” ver la cita supra.

           En cuanto a la forma, la copla anterior refleja todas las propiedades reflejadas infra; en cuanto al contenido, se pone de manifiesto la variabilidad de los sentimientos de la juventud. Lo que más llama la atención es el hecho de que esta afirmación no es reciente y, sin embargo, puede ser aplicada a la actualidad, al igual que los refranes. Estamos, pues, ante un saber popular  aplicable a otros tiempos y culturas expresado normalmente por personas mayores. Se trata de una sabiduría práctica de la vida, frente a la sabiduría teórica que dan la escuela o los libros. Hay que tener en cuenta que, hasta hace relativamente poco, la forma de aprendizaje era práctica y generacional ya que en el campo era rara la existencia de una escuela. La gente, sobre todo en la zona analizada, vivía en cortijos alejados unos de otros, si bien en cada uno de ellos convivían tres o más generaciones. Por tanto, el contacto con la gente mayor era más frecuente y eso propiciaba la enseñanza. Esta familia no nuclear estaba presidida por el miembro varón más viejo. Era durante las tareas agrícolas cuando se cantaba, o bien en las reuniones familiares nocturnas [3].

            Las composiciones poéticas impregnan la vida diaria y las fiestas. El fin principal es la diversión: se busca la simpatía dentro de la burla. Algunas coplas suelen comenzar dirigidas a alguien en particular, es decir, una persona la inventa dirigida a otra y después se generaliza su uso para situaciones similares. En mi corpus he podido localizar dos composiciones cuyo autor es conocido [4]: Antonio Ramón Montes Sicilia. Francisco Cárdenas Molina, de 82 años de edad me reveló la identidad del creador del siguiente quinteto:

[2] Estrofas de rima asonante y arte menor, generalmente octosílaba, con rima en los pares y sueltos los impares. Esquema: 8- 8a 8- 8a

[3] “Nocturnas” porque durante el día se trabajaba. El jornal duraba lo que duraban las horas de sol.

[4] Lo conocemos ahora pero con el paso del tiempo se perderá su identidad. El hecho de que conozca su autor me hace pensar que es de reciente creación y, por los indicios que me han dado, de los años setenta. Se conserva el nombre del creador porque uno de los informantes de este trabajo fue testigo de la composición de la copla.

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